“El transporte difiere de otros problemas que las sociedades en desarrollo enfrentan, debido a que, con el desarrollo económico, empeora, en vez de mejorar”.
Enrique Peñalosa
Ex Alcalde Bogotá
Hace varias décadas, Curitiva nos demostró que la mejor forma de mejorar la calidad de vida en las ciudades del tercer mundo, era resolviendo el problema del transporte urbano de pasajeros con soluciones posibles a estas realidades.
En aquella época el automóvil particular se erguía como la principal solución a la movilidad urbana, visión liderada por los Estados Unidos de Norteamérica, y que se imponía al mundo debido a su enorme capacidad de difusión cultural. Sin embargo, en realidades como las nuestras donde las tasas de motorización eran muy bajas, y donde la mayoría de la población se movilizaba y aún se moviliza utilizando algún sistema de transporte público, las soluciones viales que privilegian el transporte en vehículos privados, suena por decir lo menos a burla; es paradójico pero aún podemos apreciar que muchos políticos latinoamericanos añoran inaugurar alguna obra vial de este tipo, pero lo peor de todo es que la población, efectivamente piensa que ella implica progreso.
La ciudad de Curitiva liderada por Jaime Lerner, arquitecto y político con una visión clara del problema a resolver, en la década del 70 formuló y puso en práctica un sistema de transporte urbano de pasajeros que actualmente se conoce en el mundo entero como BRT – Bus Rapid Transit, o SIT – Sistema Integrado de Transporte, que consiste en un sistema de movilidad urbana motorizada por medio de buses de alta capacidad que se desplazan en corredores segregados.
Perú no estuvo lejos de ser uno de los primeros países donde se hubiese podido aplicar este inteligente sistema; los corredores viales de las Av. Alfonso Ugarte, Av. Brasil, Av. Marsano, entre otras, diseñados con la asesoría de técnicos brasileros, e implantados a fines de la década de los 80s, eran el paso previo a los actuales sistemas integrados de transporte. Lamentablemente en aquel entonces no se atacó la raíz del problema sino sólo el aspecto vial del mismo. Es verdad que la creación de estos corredores ayudó mucho a ordenar y mejorar la circulación de vehículos, pero no pudo soportar el desproporcionado crecimiento de la oferta de transporte urbano como consecuencia de los cambios “estructurales” que implantó Alberto Fujimori, liberalizando la importación de vehículos usados, y las rutas de transporte urbano de pasajeros.
Tal vez el peor de los males no fue este, sino la enorme oferta de transporte en taxis, empleando vehículos de segunda mano que utilizan combustible altamente contaminante, y que hacen de este medio uno de los servicios de movilidad “exclusiva” más baratos del mundo.
En Lima, cerca de dos millones de personas tiene como medio de vida, directo o indirecto, el transporte urbano de pasajeros; cifra espeluznante si consideramos que es cerca del 25% de toda la población dedicada de alguna manera a “mover gente”.
La tendencia actual para resolver la movilidad urbana se concentra primero que nada en el transporte urbano de pasajeros, y en los países de escasos recursos, empleando alguna modalidad de los sistemas tipo BRT, dado que se adaptan mejor a nuestras realidades por su bajo costo y alta eficiencia. Esta tendencia viene afianzándose de manera sostenida en diversas ciudades latinoamericanas tales como Bogotá, Quito, Guayaquil, Santiago – a pesar de los múltiples problemas que han tenido debido a serios errores de implementación del sistema, Lima, y muchas más en el Brasil.
Este sistema, que por supuesto no es perfecto, permite implantar mejoras operativas a lo largo del tiempo; las unidades que emplean diesel, pueden ser reemplazadas en su debido momento por unidades impulsadas a gas, o en un futuro no muy lejano a hidrógeno.
Una ciudad que crece en función a un sistema ordenado de movilidad, es una ciudad que desperdicia menos y contribuye menos al recalentamiento global; no es pues casualidad que algunas de las ciudades que han implantado estos sistemas, como el caso de Guayaquil, haya sido merecedora de reconocimientos internacionales, e incluso monetarios por la emisión de bonos de carbono. Una inteligente asignación de usos de suelo a lo largo de los corredores estructurantes de un sistema BRT o SIT, propicia un desarrollo urbano compacto, lo cual redunda en enormes eficiencias de atención a los ciudadanos.
En el Perú se viene desarrollando un sistema BRT en Lima y que se conoce como el “Metropolitano”; asimismo en Arequipa se han comenzado los estudios para el diseño de un sistema equivalente, que al igual que en otras ciudades con centros históricos de primer orden como es el caso de Quito, traerá una mejora sustantiva al medio ambiente evitando la afectación que los altos niveles de contaminación producen en los monumentos históricos, disminuyendo considerablemente los tiempos de acceso y salida hacia o desde el mismo, y produciendo revaloración de los predios urbanos ubicados en ellos.
Por último, tal vez lo más importante de este enfoque de movilidad urbana, radica en la integración social que permite; es decir el llevar un sistema de transporte urbano eficiente, seguro, y rápido, a las zonas más alejadas de las ciudades, permite a sus habitantes integrarse a las mismas, y descubrir nuevas oportunidades laborales; el tener más horas del día para actividades personales, ya sea productivas, educativas, o de ocio, permite un mayor desarrollo humano.
Carlos Alberto Fernández-Dávila A.
Arquitecto – Urbanista
URVIA – Corporación Andina de Urbanistas